jueves, 24 de febrero de 2011

Libia y la Revolución Árabe





El Coordinador de Política Internacional y eurodiputado de Izquierda Unida, Willy Meyer, condena la sangrienta represión de la población civil libia llevada a cabo por Gadafi: "ante la muerte de numerosos civiles en Libia, Izquierda Unida condena rotundamente cualquier intervención de fuerzas militares o policiales con el objetivo de reprimir con fuego real a manifestantes. Condenamos sin paliativos los ataques y bombardeos al pueblo libio y expresamos nuestra máxima repulsa".

Ante las alarmantes noticias de ametrallamientos y bombardeos contra población civil, Meyer señala que "las autoridades libias deben cesar inmediatamente estas acciones de extrema violencia", expresa "su profunda solidaridad con las víctimas ante el intolerable asesinato de civiles" y hace un "llamamiento al diálogo para que el pueblo libio pueda decidir libremente sobre su destino".
En el marco del conjunto de movilizaciones en los países árabes, Izquierda Unida apoya las reivindicaciones de los pueblos que claman por reformas fundamentales del sistema político de sus países, por sus derechos sociales y democráticos y que se alzan contra regímenes corruptos financiados por la Unión Europea y Estados Unidos.

Desde el profundo respeto a la soberanía de los pueblos y a sus luchas, Meyer denuncia los intentos de injerencia de las potencias occidentales en la región. Un ejemplo claro es que los 27 Estados miembros de la UE se encontraban negociando un acuerdo comercial con Libia hasta el día de hoy. Sin embargo, la UE no se planteó en ningún momento anular los acuerdos con Egipto, a pesar de los más de 300 muertos entre los manifestantes, y sigue manteniendo relaciones privilegiadas con Estados como Marruecos o Israel, pese a sus constantes atropellos contra los pueblos saharaui y palestino.

En referencia a las movilizaciones populares y los procesos de democratización que se están produciendo en los países árabes y que han llevado a la caída de los regímenes de Mubarak y de Ben Alí, Meyer ha lamentado el papel de la UE y en particular del Gobierno de España en relación a Marruecos: "El pasado domingo miles de marroquíes salieron a la calle para exigir sus legítimos derechos políticos y sociales y el fin de la figura feudal del Rey de Marruecos y de su régimen corrupto. Deploramos la criminalización de estos manifestantes llevada a cabo por la Administración marroquí y la credibilidad y respaldo que Trinidad Jiménez concede a las tesis e intereses de Marruecos", señaló.

En esta línea, denunció el "cinismo de la Unión Europea, con Catherine Ashton, Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, que por un lado afirma respaldar las reivindicaciones democráticas de los pueblos árabes, y Stefan Füle, Comisario de Ampliación y Política Europea de Vecindad que simultáneamente anuncia un aumento de hasta 200 millones de euros anuales del fondo de ayuda a Marruecos, financiando directamente a este régimen autocrático e ilegítimo, o con unos Ministros de Pesca de la UE que autorizan la prolongación del Acuerdo de Pesca con que incluye las aguas territoriales del Sahara Occidental, Territorio No Autónomo, pendiente de descolonización. Sin lugar a dudas, en materia de derechos humanos, la Unión Europea tiene una doble vara de medir".




Si existe una palabra que condensa la mayoría de comentarios aparecidos en los grandes medios de comunicación desde que comenzó la actual ola de protestas en el mundo árabe, esta es, sin duda, “sorpresa”. Editorialistas, columnistas, analistas, todos parecían compartir la misma perplejidad ante una rebelión árabe que parecía surgir misteriosa y catárticamente de las llamas provocadas por la inmolación de Mohamed Bouazizi, el joven diplomado en informática que se roció con gasolina y se prendió fuego después de que la policía le arrebatara su puesto de verduras del que malvivía en Sidi Bouziz.

En realidad, resulta comprensible el desconcierto generalizado. Los últimos acontecimientos no solo han pillado a contrapié a la mayoría de “expertos” comunicadores, sino que, además, los ha dejado sin relato, sin discurso. No en vano, el imaginario que Occidente ha proyectado sobre el mundo árabe, desde los albores mismos de la aventura colonial en el siglo XIX, es el de una sociedad atrasada, inmovilista. Esta visión, modificada tímidamente durante los procesos de descolonización de los años 50 y 60, tomó renovados ímpetus a finales de los 80 cuando el derrumbe de la URSS fue seguido por la construcción de un metafórico enemigo global encarnado en una abstracta, confusa y, muy a menudo, estrambótica naturaleza “árabe”/ “musulmana”, que unificaba sin rubor realidades tan distintas, distantes y complejas como el movimiento talibán afgano, el régimen iraní, el laicismo autoritario de Sadam Hussein, Al Qaeda, o hasta la controvertida piratería somalí. Un proceso de construcción mental que, sin duda, tuvo su momento más álgido con el atentado de la Torres Gemelas de Nueva York, pero que contó con numerosos episodios no menos trágicos y sangrientos como las dos guerras del Golfo o el conflicto en Afganistán.

De acuerdo con este guión, el mundo árabe quedaba reducido al fanatismo atávico de unas masas de hombres barbudos y atrasados, en los que era imposible hallar el menor vínculo con la modernidad. De hecho, no solo se presenta a estos pueblos como “inmovilistas”, sino que además se les “presiente” casi como genéticamente ”involucionistas”. Así, el único cambio que podía esperarse en estas sociedades era, pues, hacia atrás, una especie de regreso a un feudalismo mental, simbolizado en la imagen de ese opresivo burka que tantos argumentos dio en su día para justificar la aventura militar en la región, pese a que la briosa presencia de los marines y de nuestros legionarios nada haya servido para impedir que siga cubriendo los cuerpos de las mujeres pastum.

Pero de repente, todo ese imaginario salta por los aires por una revuelta popular que arranca en Túnez y se extiende poco después a Egipto y otros países, no al grito esperado de “Ala akbhar”, sino reclamando libertad, democracia y justicia social. Renacía así un panarabismo que huía de rituales y gastadas consignas de apoyo a la causa palestina, tan recurrentes entre regímenes caducos que mantenían en la opresión y la miseria a sus ciudadanos. Por el contrario este neopanarabismo se reclama pragmático, no en el sentido de abrazar la renuncia utilitarista, sino en la reivindicación de una solidaridad árabe basada en satisfacer los anhelos reales de los pueblos.

La muerte de Bouazizi fue el detonante. Pero el terreno llevaba tiempo germinando. Porque esta rebelión que, por el momento, ya se ha llevado por delante a Zine El Abidine Ben Ali y Hosni Mubarak, dista mucho de haber surgido de la nada. Por el contrario, hunde sus raíces en una doble exclusión, social y política, que se ha ido consolidando a lo largo de la historia reciente del mundo árabe y cuyo futuro aparece ahora cuestionado por las propias poblaciones que la han estado sufriendo.

No es este el lugar para hacer un repaso de la última centuria en el Magreb y el Machrek que, junto con el valle del Nilo, conforman las grandes regiones que delimitan el universo árabe. Pero sí podemos lanzar algunos datos que al menos nos ayuden a retener una foto fija sobre las características de estas sociedades. En este sentido, hay un primer elemento a retener: la juventud. Estamos ante sociedades mayoritariamente jóvenes, muy jóvenes. En Túnez, por ejemplo, el 26% de la población tiene menos de 15 años; en Egipto ese porcentaje se eleva hasta el 34%; en Yemen la cifra se eleva hasta el 46%. Para comprender lo que esto significa sólo tenemos que pensar que en España el porcentaje se sitúa en el 14%. Además, nos encontramos con una población que ha mejorado sus niveles de formación respecto a las generaciones que les han precedido. Así, en Egipto el nivel de alfabetización entre la población mayor de 15 años se sitúa según las últimas estadísticas en el 63%. Pero si acotamos a la población con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años, vemos como el nivel se eleva hasta el 85%. Y si bien es cierto que en algunos países como Marruecos este nivel retrocede hasta el 67%, en otros como Argelia se eleva hasta el 92%, el 97% en Túnez e, incluso, el 99% en Jordania.

Jóvenes, relativamente preparados, pero sin futuro. Pese a disponer de una relativa prosperidad que le convierte en uno de los países magrebíes con mayor clase media, en Tunez cerca del 7% de la población vive con menos de dos dólares diarios. En el caso de Egipto, el porcentaje se dispara hasta la mitad de su población, Yemen se encuentra entre los países más pobres del mundo. A ello se añade unas altas tasas de desempleo que se sitúa en el caso egipcio se sitúa en el 9%, en el 14% entre los tunecinos o por encima del 20% entre la población Mauritana. Porcentajes que pueden resultar engañosos si los comparamos con la situación española donde las cifras altas de desocupación encuentran el cuestionado colchón de las coberturas sociales tanto del Estado como de la familia. En el caso de las poblaciones árabes, la primera es inexistente, mientras que la segunda se encuentra muy mermada por una realidad marcada por la economía irregular, asentada sobre la precariedad más absoluta.

Esta situación incrementa la vulnerabilidad de las sociedades a los efectos de las crisis, como la que estamos viviendo. Y especialmente la vinculada al espectacular incremento del precio de los alimentos que se viene registrando en los últimos años por la confluencia de una variedad de causas: desde el incremento de la demanda de países emergentes como China o India, a la acción de los firmas especulativas que han visto en la actual coyuntura como el mercado alimentario es tan atractivo desde el punto de vista de la obtención de dividendos, como había sido hasta ahora el sector del ladrillo. La conclusión ha sido un alza de los precios que se ha mantenido constante desde 2008 y que, pese a algunas moderaciones en las tendencias, todo indica que se mantendrá al menos hasta 2015. Sólo en 2010 se acumuló un encarecimiento de los productos alimentarios del 30%.

En este contexto, y ante la falta de perspectivas en el interior, hace tiempo que la emigración se ha convertido en la única válvula de escape para estas poblaciones, como estamos comprobando estos últimos días con las oleadas de inmigrantes tunecinos que intentan llegar a la costa italiana. La experiencia es generalizada. Se estima que unos 6 millones de egipcios viven fuera del país, especialmente en la región del Golfo. Sólo en Arabia Saudí residen un millón de egipcios. En 2008, los tunecinos residentes en el extranjero enviaron al país remesas de divisas por valor de 1.233 millones de euros, lo que representó la cuarta fuente de ingresos nacional y una inyección dineraria clave para la supervivencia de las familias. Sin duda, el incremento del desempleo por los efectos de la crisis ha limitado esa capacidad de recibir remesas en un momento en que, además, los repuntes de la inflación, especialmente en productos básicos y alimenticios, como ya hemos señalado, hace más difícil el día a día a los ciudadanos.

Paradójicamente, esta exclusión social se produce en un contexto de crecimiento económico, con unos resultados que son avalados y alabados por instituciones como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. Las estimaciones de crecimiento del PIB por el FMI eran del 5% para 2010 en los países del Magreb y del 5,4% para el Machrek; en Egipto las expectativas de crecimiento para este año llegaban incluso al 5,5%. Pensemos que las estimaciones para España se sitúan este año en el 0,7% y la proyección para 2015 es del 2%. Nos encontramos pues ante un panorama de crecimiento de la riqueza. En consecuencia, la clave vuelve a estar no en cuánto se crece, sino en cómo se reparte. E, incluso, podríamos introducir otro elemento que desempeña una función clave a la hora de interpretar lo que está ocurriendo en el mundo árabe: cómo se accede al reparto de esta riqueza. Y este punto nos permite enlazar y fusionar esa doble exclusión que señalaba al principio como una de las características de la región. Porque en gran medida es la vinculación al régimen la que determina ese acceso a la riqueza. En este sentido, la corrupción se convierte en estos Estados en una pieza fundamental de la vertebración y la apropiación de la riqueza. Esto se da, sin duda, en los niveles inferiores, donde la corruptela funcionarial se convierte en una práctica habitual. Pero será en la cúspide donde adquiera ese carácter estructural al hacer indiferenciables el domino político y económico. La jerarquía política y militar será a su vez la élite económica.

El caso de Túnez en paradigmático. El entorno familiar de Ben Alí y su esposa Leila Trabelsi controlaba de facto todo el entramado económico del país. La revista Forbes estimaba su riqueza personal en unos 5.000 millones de euros, mientras que en Egipto la fiscalía está investigando en la actualidad la riqueza de Mubarak, su mujer e hijos que algunas fuentes llegan a cuantificar en los 50.000 millones de euros. En cualquier caso, con independencia de la espectacularidad de estas cifras, lo más destacado es cómo el aparato del Estado, y aquí hay que incluir tanto a las cúpulas militares como civiles, se convierte en la llave de acceso y apropiación de la riqueza.

Y acceder a ella se convierte en una opción prácticamente imposible. En este sentido, destaca el blindaje político del régimen, que a su vez se convierte en un blindaje económico. No se dejará la menor fisura. En las elecciones de octubre de 2009 logra su quinto mandato tras llevarse el 84,9%, una cifra, por cierto, tremendamente generosa si se tiene en cuenta que en las anteriores consultas había logrado porcentajes del 95%. El único candidato independiente que participó en la consulta, Ahmed Brahim, de la Iniciativa Nacional para la Democracia y el Progreso, tuvo que conformarse con un 1,5% de los votos. En esa misma consulta, el partido presidencial Unión Constitucional Democrática logró el 75% de la Cámara, dejando el resto a “partidos clientelistas”. La auténtica oposición, representada por el Partido Democrático Progresista y el Foro Democrático para el Trabajo y las Libertades, se quedaba sin representación. Tampoco en Egipto había espacio para las sorpresas. En las últimas elecciones legislativas el Partido Nacional Democrático de Mubarak se hacía con 424 de los 508 escaños del parlamento, unos resultados que provocaron disturbios y enfrentamientos durante varios días en distintos puntos del país. Por cierto, los partidos de ambos presidentes, eran miembros de la Internacional Socialista.

Este blindaje político impedía encauzar un descontento político que finalmente acabó estallando en las revueltas tunecinas y egipcias. Pero también dificultaba y trababa las posibilidades de promoción social de unos sectores de las clases medias, universitarios en buena medida, cansados de ver como sus aspiraciones de ascenso y progreso chocaban contra el muro infranqueable de la corrupción y las familias del régimen. Eso explicará el respaldo de estos sectores a las movilizaciones populares y el carácter interclasista y multitudinario que alcanzó la protesta en los momentos más álgidos, previos a la caída de Ben Alí primero y Mubarak después.

Ahora bien, el hermetismo del régimen y su implacable control social asentado sobre unas temibles estructuras policiales omnipresentes, e incluso más poderosas que el propio ejército, no significa que durante todos estos años las sociedades tunecinas y egipcias hayan estado calladas. En este sentido, la oposición popular, la resistencia obrera, desempeñó un papel determinante en la creación de una experiencia de resistencia que en gran medida eclosionará en los últimos meses hasta hacer tambalearse a los regímenes. Los datos de la OIT, aunque posiblemente limitados, son significativos para Túnez. Entre 1999 y 2007, el número de trabajadores implicados en huelgas se triplicó, pasando de 31.989 a 98.210. Un crecimiento destacado que se verá cualitativamente superado un año más tarde con la revuelta protagonizada por la región minera de Gafsa. Trabajadores y estudiantes se unirán en una lucha contra el desempleo y el elevado coste de la vida, duramente reprimida por el Estado y que se saldará con varios muertos y decenas de detenidos, tras varios semanas de protestas. Se irá constituyendo así una base de sindicalistas independientes que irán abriendo un hueco en la semioficialista Unión General de Trabajadores Tunecinos, que explicará el papel desempeñado por el sindicato en la revuelta de las pasadas semanas.

Egiptó también ha visto recuperarse en los últimos años un movimiento obrero con una historia especialmente vigorosa, pero que quedó gravemente debilitado tras la dura represión de la oleada huelguista desatada entre 1984 y 1994, donde se recurrió incluso al ejército. Sin embargo, a partir de 2004 la combatividad obrera se reactiva al calor de las protestas de las empresas textiles del Nilo y, especialmente, en la ciudad de Mahalla, principal centro laboral de Oriente Medio. Las huelgas comenzarán como conflictos laborales que irán ampliando sus críticas conforme se vinculan a más sectores populares. En este proceso se irán constituyendo sindicatos libres como la Liga de Trabajadores Textiles. Esta ebullición social está reflejada también en las cifras: en 2006 se produjeron 227 huelgas en todo el país, un año más tarde la cifra se elevaba a 580. En abril de 2008 los sindicatos convocarán una huelga general contra el alza de los precios, una acción que no se producía desde los años 40. En apoyo de aquella movilización surgirá el Movimiento 6 de Abril que articuló a través de internet el apoyo a los trabajadores.

Ahora bien, repasando todos estos episodios la pregunta que surge es ¿por qué los regímenes se han derrumbado ahora y no hace dos años? ¿Por qué la represión no ha podido en esta ocasión aplacar las protestas? A mi juicio, el elemento diferenciador tiene que ver con la división abierta en el seno de la clase dirigente tunecina y egipcia, por la lucha interna de poder que ha sido percibida por las clases populares y medias como el momento idóneo para cuestionar los cimientos del sistema. Eso explica lo multitudinario de las protestas. La gente pensó que esta vez sí había una oportunidad. Y acertó.

Esa división de la cúpula del sistema respondía lógicamente a la pugna interna por ocupar posiciones ante los cambios sucesorios que se avecinaban tanto en Túnez, como en Egipto. En Túnez, Ben Alí tenía 74 años, y su salud podría estar resentida, incluso hay rumores que en la actualidad se encuentra ingresado con identidad falsa, en algún hospital de Arabia Saudí tras haber sufrido un derrame cerebral. En cualquier caso, todos coinciden en señalar que las pasadas elecciones de 2009 el centro del interés no estaba en los resultados, que resultaban predecibles, sino en los debates abiertos sobre la sucesión de Ben Alí. En este sentido muchas miradas estaban puestas en las aspiraciones de su esposa, cuyo creciente protagonismo público se interpretaba como una carrera para posicionarse en la “guerra de clanes” que comenzaba a desatarse por la pugna sucesoria. Esto explica que finalmente una parte del poder, especialmente el militar, acabe inclinando la balanza al decantarse por los manifestantes cuando las protestas pongan cerco al presidente.

La situación es similar en el caso de Egipto. Hosni Mubarak de 82 años de edad, también era objeto de todo tipo de especulaciones sobre su estado de salud desde que fue operado en Alemania el pasado año. En este caso, el proceso de sucesión se había planteado abiertamente con la designación de su hijo Gamal, de 48 años, de sustituirlo como candidato en las próximas elecciones. Sin embargo, la alternativa distaba de considerarse cerrada. No deja de ser significativo a este respecto que desde 2009 el ex dirigente de la Agencia Internacional de la Energía Atómica y premio Nobel a la Paz Mohamed al Baradei esté sondeando sus opciones a liderar una candidatura independiente, unas aspiraciones que se intensificaron con el inicio de las protestas.

Parecidas circunstancias se están viviendo también en Argelia, donde los rumores sobre la salud del presidente Abdelaziz Buterflika no han cesado en los últimos tiempos, agravadas por las alusiones realizadas hace un año por el ministro francés de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, sobre la previsible mejora de las relaciones entre ambos países tras la desaparición de la generación de líderes argelinos que participaron en la guerra anticolonial. Además, en los últimos tiempos también han transcendido numerosas luchas de clanes, incluyendo las indisimuladas aspiraciones del hermano de Buterflika, Said. En cualquier caso, hasta el momento el régimen parece mantener bajo control la situación con un férreo control de las fuerzas de seguridad y aprovechando las divergencias de la oposición. A ello, además, se suma la huella que todavía perdura entre la población de la guerra civil vivida en la década de los 90, en unos momentos en que además en que los grupos armados islamistas están resurgiendo en zonas del noreste y del desierto.

También en Libia –considerado el país más próspero de África- nos encontramos con una clara pugna sucesoria. En este caso, Seif el-Islam, hijo y previsible sucesor de Muammar al-Gaddafi, optó por retirarse de la vida política nacional a mediados de 2009, para poco después, a finales de ese mismo año, sonar su nombre para el cargo de coordinador de los mandos políticos y sociales, lo que en la práctica le hubiera convertido en número dos del Estado. Una opción, en cualquier caso, que no era mal vista por las cancillerías occidentales donde era considerado el rostro aperturista del régimen. Paradójicamente, en aquel momento fue el Consejo General del Pueblo no respaldó la candidatura. En cualquier caso, ante las actuales revueltas, que ya se han cobrado la vida de miles de opositores, Seif el-Islam está apareciendo como el portavoz efectivo del régimen. Y las divisiones en el seno del aparato estatal de la Jamahiriya ya han comenzado a aparecer ante el cariz de los acontecimientos con las recientes dimisiones como la del ministro de Justicia Abdul Jalil Mustafá o de los embajadores en Reino Unida, China, Indonesia o la Liga Árabe evidencian el resquebrajamiento del régimen. Sin embargo, al contrario de Túnez y Egipto, Gaddafi parece conservar por el momento pleno control sobre el ejército que le ha permitido repetir la sangrienta represión que ya utilizara en los años 90 para reprimir la oposición armada islamista, con episodios tan sangrientos como la masacre en la prisión de Abu Salim donde en 1996 fueron ejecutadas extrajudicialmente más de 1200 personas. Sin embargo, conforme pasan los días el riesgo de derrumbe y abierta guerra civil es cada vez más evidente.

Esta inestabilidad no se produce, al menos por el momento, ni en Siria, ni en Jordania. El reinado presidencialista de Bashar al Assad ha cumplido su primera década, afianzado por su destacada influencia en el conflicto árabe-palestino, su alianza estratégica con Irán y una firme mano de hierro contra la disidencia. Al mismo tiempo, en los últimos tiempos ha registrado unos buenos resultados económicos, que le permitieron un crecimiento del 5% que no evitó que el 30% de su población siga por debajo del umbral de la pobreza. Por su parte, Abdallah ibn Husein ha tenido hasta el momento la habilidad de adelantarse a los acontecimientos evitando que la olla a presión de las tensiones sociales explote en Jordania pese a los conatos de las últimas semanas. Ya en 2009, disolvió la Cámara y el gobierno muy cuestionados por su inmovilismo ante las dificultades económicas que atraviesa el país. Con las primeras protestas en las calles de Amman, el rey volvió a remodelar el gabinete poniendo a su frente a un hombre con fama de honesto, Marouf Bakhit, y anunciando una rebaja de los precios de los alimentos y la gasolina.


También en Marruecos Mohamed VI ha conservado el control de la situación hasta la fecha, si bien esas circunstancias podrían cambiar tras las últimas manifestaciones celebradas en el país que se cobraron la vida de cinco personas en Alhucemas. De hecho, el régimen fue en gran medida el primero que sufrió una protesta multitudinaria originada de forma espontánea y articulada en torno a reivindicaciones sociales y políticas. Porque en muchos aspectos la movilización protagonizada por la población saharaui de El Aium, adelanta muchas de las características que posteriormente hemos visto en la avenida Burghiba de Túnez o en la Plaza Tahir de El Cairo. A ella se añadirá la reivindicación nacionalista que el bloqueo al proceso de autodeterminación mantiene en un callejón sin salida desde hace décadas. Un componente nacionalista que, en cierto modo, también podría estar detrás de las recientes protestas que encontraron en su eco más destacados en la región del Rif.

También la exclusión de las minorías étnicas y religiosas ha sido preponderante en los casos de Bahrein y Yemen, lo que les distancia del modelo tunecino y egipcio. En el primer caso, las protestas de la mayoría shii ante su marginación por la élite gobernante sunní, ya tuvo sus antecedentes en las revueltas de la segunda mitad de los 90. En Yemen, por el contrario, nos hallamos ante un estado casi en proceso de descomposición, con un gobierno cuyo control apenas supera los límites de la capital, donde las tensiones separatistas del sur cuestionan su viabilidad y donde las tensiones de los distintos clanes y grupos armados casi cuestionan su propia existencia como país.

Llegados a este punto queda saber cuál será el futuro de las revoluciones egipcia y tunecina. Y la respuesta es obviamente que el devenir es impredecible. En cualquier caso, dependerá del equilibrio de fuerzas y por el tesón revolucionario que sean capaces de mantener sus pueblos. Por lo pronto, la élite política trata de rehacer nuevas alianzas, especialmente entre los sectores de las clases medias. Es significativo en este sentido que en ambos casos, tanto el gobierno de Mohamed Ghanuchi en Túnez, como el consejo militar en El Cairo, hayan incluido dos jóvenes internautas, el bloguero tunecino Slim Amamou y el ejecutivo egipcio de Google, Wael Ghonim. Y ello al tiempo que intenta desactivar la movilización popular borrándola de los espacios más simbólicos, la Qasba de Tunez y la plaza Tahir de El Cairo. En este sentido, no menos significativo es el llamamiento de Ghonim a la vuelta al trabajo justo unas horas después de la salida de Mubarak.

Frente a ello, los movimientos populares parecen replegarse en la capital tunecina, aunque mantienen su llama de protesta en las regiones interiores del país, precisamente los lugares desde donde arrancó la protesta. Por su parte, la movilización obrera se ha disparado por todo Egipto para desesperación de la junta militar que preside el mariscal Tantawi, vigilado de cerca por el teniente general Sami Hafez Enan, posible sustituto más aperturista en caso de necesidad. Por el momento, la perseverancia de la lucha por parte de las clases populares tunecinas y egipcias se ha convertido en los últimos días en un claro mensaje a los nuevos “gobierno de transición” de que no se está dispuesto a aceptar el lampedusiano cambiarlo todo para que nada cambie.

De esta tensión revolucionaria dependerá el curso de los acontecimientos, el alcance democrático de los cambios iniciados y el contenido social de las transformaciones. Esa es la parte que le tocará escribir a los pueblos árabes. Asumir esa segunda independencia que reclamara el intelectual tunecino Múnsif Al-Marzuqi, una independencia que necesariamente debe de pasar, como reclamaba el estudioso Pedro Martínez Montávez, por la consolidación y expansión de una conciencia social y civil. La dignidad recuperada en las calles de Tunez, El Cairo, Alejandría, Gafsa, Tánger o Amman, parecen demostrar que los pueblos árabes están dispuestos a afrontar ese reto.

Un desafío que también nos interpela. A nosotros nos corresponde promover una profunda revisión de nuestra relación con los pueblos situados en la otra orilla del Mediterráneo, un cambio no menos urgente para garantizar una paz en la región que inevitablemente solo puede existir acompañada de una auténtica justicia social. Desgraciadamente no será fácil. La tentación de recuperar el discurso del “peligro árabe” es demasiado fácil. Las recientes informaciones sobre la llegada de inmigrantes tunecinos a Lampedusa demuestra la facilidad con que se regresa al relato de la amenaza. Por eso, el apoyo y la solidaridad a la rebelión árabe se convierten en un compromiso ineludible para los pueblos europeos. En última instancia, su lucha es la de todos, como supieron interpretar los participantes en el Foro Social Mundial cuando celebraron como propia la victoria de la plaza Tahir. A fin de cuentas, los luchadores tunecinos, egipcios y árabes nos han demostrado con su sangre y su lucha, que sigue siendo posible cree en que otro mundo es posible.


miércoles, 23 de febrero de 2011

Manifestación el 26 de febrero en Sevilla. Sobran las razones.





Izquierda Unida y el PCE han convocado a una manifestación en contra de la reforma laboral y el ataque al sistema de pensiones, que tendrá lugar próximo día sábado 26 de febrero, en Sevilla a las 12:00. Comenzará en San Telmo hasta la Plaza de San Francisco.

Desde Izquierda Unida somos conscientes que la actual fase del conflicto social exige que una organización política como IU, que aspira a convertirse en un Movimiento Político y Social, trate de articular la movilización en la calle como “el único modo efectivo de responder a las agresiones contínuas del capital y sus capataces, el único modo a la espera de que la ciudadanía exprese su voluntad en las urnas”.


Hazte oir,

no te quedes esperando a "verlas venir"

plántale cara a la situación actual.


IULV-CA y el PCE ha convocado esta gran movilización el día 26, en vísperas del día de Andalucía, para defender el sistema público de pensiones frente a los argumentos "falaces" de insostenibilidad, que lo únicio que pretende es entregar recursos a la banca.


Por la nacionalización de la banca,

contra el copago sanitario, en defensa de los salarios,

contra la carestía de la vida y en defensa de la autonomía,


MOVILÍZATE


lunes, 21 de febrero de 2011

Presentación del libro "Memorias Para la libertad", Paco Puerto, una lección permanente






Paco Puerto Otero (Cabezas de San Juan, Sevilla, 1947 - Barcelona, 1992). La conciencia política de Paco se inició muy pronto. Durante los años cincuenta, pedía a su padre, jornalero agrícola en un pueblo enclavado en las marismas arroceras del Guadalquivir, que lo dejara acompañarlo a los campos, donde, junto con otros campesinos, por la noche y a escondidas, escuchaban las noticias de Radio España Independiente, la emisora del PCE en el exilio.

Fue a la escuela hasta los siete u ocho años, puesto que pronto se incorporó al mundo laboral ligando pitillos, un tabaco de contrabando procedente de las plantaciones de Sevilla y que compraban los jornaleros a 20 por una peseta. Aprendió el oficio de panadero y el de maestro de pala en el pueblo de Cotos, zona conocida como la Isla del Arroz. Durante esta época empezó a aprender a leer y a escribir.

A los 19 años, Paco dejó su pueblo para ir hacia Barcelona. Al llegar a la estación Francia tuvo tal impacto que años después organizó visitas diarias a esta estación para ir a recibir a los inmigrantes que venían desde Andalucía.

En Barcelona hizo de pulidor y de vendedor hasta que ingresó al sector de la construcción, donde trabajó durante muchos años. Mientras hacía el servicio militar obtuvo el certificado de estudios primarios.

En el año 1970 se puso en contacto con Comisiones Obreras, en los comedores universitarios de la calle Canuda. Lo detuvieron por primera vez en 1971, mientras repartía propaganda de convocatoria a la huelga general durante la ocupación policial de la SEAT. Entonces Paco es juzgado y encarcelado.

Ingresó al Partido Socialista Unificado de Cataluña. Fue encarcelado varias veces más, hasta que en el año 1976 le fue aplicada la amnistía aprobada por el Real decreto-Ley del 30 de julio. Desde este momento Paco estuvo ligado al sindicato de Construcción de CCOO de Cataluña. Participó en el primer congreso de CCOO en la legalidad, y formó parte de su Comisión Ejecutiva, y hasta su muerte fue miembro del Consejo Nacional, órgano máximo del sindicato.

Durante los años ochenta fue una de las personas que más contribuyó al impulso de las políticas de ocupación del sindicato, a través de los centros de asesoramiento ocupacional de CCOO, que se pusieron en marcha con la creación del Centro de Formación y Promoción Ocupacional en el año 1988, la actual Fundación para la Formación y el Estudio Paco Puerto.





Memorias para la libertad. Paco Puerto.


Una lección permanente. Barcelona. Comissions Obreres de Catalunya, 2010.

Edición bilingüe de la biografía y los testimonios sobre Paco Puerto (Las Cabezas de San Juan, Sevilla, 1947 - Barcelona, 1992), militante del PSUC y las CCOO. La obra-homenaje, que recoge diversos textos introductorios sobre la figura del activista comunista, cuenta con un esbozo biográfico a cargo del investigador del CEFID, David Ballester, así como diversos testimonios de diferentes personas que compartieron su larga militancia política y sindical.




Presentación: 23 de febrero de 2011,

Casa de la Cultura de Las Cabezas de San Juan, 20 horas



martes, 15 de febrero de 2011

Las propuestas de Iu que escuchó Zapatero




(Fuente: Gonzalo Sánchez - Tercera Información | 10-02-2011 |)


Hace varios meses atrás, el máximo líder de Izquierda Unida (IU), Cayo Lara, pidió formalmente una reunión con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para trasladarle las propuestas de IU para salir de la crisis sin recortar derechos a los trabajadores. La cita se concretó ayer en el palacio de la Moncloa, donde se reunieron los dos dirigentes.

Cayo Lara reveló que Zapatero mostró interés y se comprometió en la propuesta de IU para crear 700 000 empleos a corto plazo en base a rehabilitación de viviendas. El Coordinador Federal de IU especifico que "no se trata de otro Plan E", ya que con la propuesta de su formación "no se beneficiarían las grandes empresas y sí los obreros de la construcción y de todas las empresas que están a su alrededor".

Lara trasladó al Gobierno la oposición de IU al "pensionazo" pactado con los sindicatos y la patronal y a la reforma laboral, "IU tratará de modificar y mejorar modestamente a través de sus fuerzas en el Congreso esta restrictiva reforma de las pensiones. Reforma que debería incorporarse al programa electoral de cada partido y llevarse a las elecciones para que los ciudadanos se pronuncien expresamente y voten en función de lo que cada uno defienda".

El tema de la reforma de la Ley Electoral también ha sido tratado en la reunión que duró una hora y media. Lara recriminó a Zapatero el incumplimiento de su promesa para reformar la normativa para que todos los votos sean iguales y garanticen una representación proporcional en las instituciones del estado que se conforman mediante el sufragio. El dirigente de izquierdas recordó al presidente que su partido (PSOE) pactó con el PP una "mini-reforma" que no tocó los puntos importantes de la ley.

Las propuestas que Cayo Lara trasladó al presidente Zapatero fueron:

1.- Rectificar el modelo de reforma de pensiones para mantener la jubilación legal a los 65 años, 15 años de periodo de cómputo y 35 años como tiempo para asegurar el 100% de la base reguladora.

Fortalecer el sistema, mejorando sus ingresos con la creación de empleo, la incorporación de más mujeres al trabajo asalariado con salarios idénticos a los masculinos, combatir la economía sumergida y el fraude, eliminar las lagunas de cotización causadas por las becas y mejorar la solidaridad del sistema elevando los topes de cotización máxima. Establecer sistemas que garanticen la mejora del poder adquisitivo de las pensiones, especialmente de las más bajas y fórmulas que permitan avanzar en la jubilación en edad inferior a los 65 años. Separar las fuentes de ingresos de la Seguridad Social.

2.- Dedicar a la creación de empleo y al impulso de la economía real, mediante ayuda directa e indirecta a las pequeñas empresas, una cantidad de recursos equivalentes a las ayudas que se están presentado en compras de activos y avales a la Banca y las cajas de ahorro. Aunque estas ayudas se devuelvan con intereses, es importante considerar sus costes de oportunidad.

En concreto:

a) Un Plan de Empleo-Formación para desempleados de larga duración, en colaboración con los Ayuntamientos que combine el trabajo en actividades complementarias útiles para la comunidad y la formación, con una retribución de 700 euros netos mensuales.

b) Un Plan de Apoyo al Empleo Juvenil hasta los 35 años, subvencionando cotizaciones a la Seguridad Social, siempre que se trate de contratos indefinidos.

c) Un Plan de Rehabilitación de Viviendas Residenciales, subvencionado en un 25% por el Gobierno.

d) Un Plan de Liquidez para la pequeña empresa, garantizando los créditos necesarios y el pago inmediato de las deudas de las Administraciones Públicas.

e) Un Plan de Inversiones en infraestructuras de proximidad, intensivas en mano de obra.

f) Un Plan de reforestación y regeneración de cauces y riberas.

g) El reparto del trabajo, mediante la generalización de la jornada de 35 horas, a comenzar por las Administraciones Públicas.

3.- Transformación de las cajas de ahorro en un sistema de Banca Pública, democráticamente gestionado y con una legislación que excluya la operativa especulativa.

4.- Rectificación normativa de la Reforma Laboral, de acuerdo con las reivindicaciones expresadas por los trabajadores y los sindicatos en la Huelga General del 29 de septiembre

5.- Envío al Parlamento antes de que termine la legislatura de los proyectos de ley de Bases de Régimen Local y de Financiación Municipal.

6.- Reforma de la Ley Hipotecaria y del Código Civil para reconocer la “dación en pago”. Prohibición del desahucio de las personas desempleadas por impago de su vivienda.

7.- Limitación de salarios en todas las Administraciones Públicas, organismos públicos, otros organismos y empresas dependientes o vinculadas a las administraciones e instituciones públicas representativas. Eliminación de ayudas y subvenciones a las empresas privadas que superen el límite salarial fijado. (Ley de salarios máximos).

8.- Proyecto de ley de Reforma Fiscal que reintroduzca los principios de progresividad, tributación equivalente de las rentas del trabajo y del capital y suficiencia. Situar la contribución fiscal en la media de zona euro.

9.- Reforma democrática de la Ley Electoral, de acuerdo con el dictamen del Consejo de Estado.

10.- Apertura de una mesa de negociación sobre la Reforma del Modelo Productivo (que incluya política industrial, energía, sectores productivos prioritarios, democratización de las empresas y de la economía. Banca Pública, reforma educativa y de la formación profesional, impulso de la I+D+i, etc.)



domingo, 6 de febrero de 2011

IU avista el poder en Andalucía




IU avista el poder en Andalucía

Izquierda Unida encara el último año de la legislatura andaluza con la expectativa, razonada y creíble, de convertirse en llave para la formación del Ejecutivo regional tras las autonómicas de 2012. Y también de poder formar parte, por primera vez, de un Ejecutivo en Andalucía, la comunidad más poblada de España. Es decir, con la posibilidad de tocar poder de verdad y acreditarse como partido de gobierno en una región que en 2011 gestiona un presupuesto de 31.700 millones de euros.

La última encuesta del Instituto de Estudios Sociales de Andalucía (IESA) otorga a la coalición una intención de voto del 8,2%, mejorando más de un punto sus dígitos de 2008. Como el resto de estudios, el IESA dibuja un panorama postelectoral en el que IU sube tímidamente, el PSOE baja abruptamente y el PP protagoniza tal remontada que tiene incluso opciones de convertir una mayoría absoluta socialista en otra conservadora. Ante la perspectiva de una victoria del PP insuficiente para gobernar, escenario asumido como más probable por IU, ¿qué haría la coalición?

La lógica invita a pensar que habrá pacto, como ya existen en Sevilla, Jaén y Córdoba. El PSOE ofrece indicios de un interés indisimulable. Sabedores de que sus opciones de gobierno pasan por IU, José Antonio Griñán y los suyos mantienen una línea discursiva suave como una caricia con su vecino de la izquierda. La cuestión es más incómoda para los dirigentes de IU, hartos de un debate que les quita votos por parecer sumisos al PSOE –si se muestran conciliadores– o por parecer útiles al PP –si son reticentes–. “Hablar de pacto sólo conviene a la derecha. Cuanto más tarde salga el tema, mejor”, opina un parlamentario.

Pero la cuestión flota ya en el ambiente. Y aún persiste en la memoria el periodo 1994-1996, cuando IU y el PP asediaron al menguado Gobierno de Manuel Chaves, mientras en Madrid Julio Anguita soñaba con el sorpasso que daría a los comunistas la hegemonía de la izquierda. Eran los tiempos de la pinza. Pero a IU le salió electoralmente muy cara la famosa estrategia de gobernar desde el Parlamento andaluz. En dos años pasó de 20 a 13 escaños. Cuatro años después pasaron a seis. Y ahí siguen.

Líneas rojas

Del 94 al 96 el presidente del Parlamento andaluz fue Diego Valderas, hoy coordinador regional de IU, que pretende ser en 2012 candidato a la Presidencia de la Junta por tercera vez. Creo que en el 94 nos pesó tanto el oponernos a la corrupción que no supimos entender el mensaje de cambio de la ciudadanía. Aquello nos sirve de lección”, dice. Valderas subraya que cualquier pacto pasaría por el “abandono de las políticas de derechas”, pero su discurso denota una proclividad al acuerdo que inquieta en ciertos sectores de la coalición, temerosos de que el PSOE vea la disponibilidad como un síntoma de debilidad.

La pregunta clave es: ¿Pacto a qué precio? El parlamentario José Manuel Mariscal, secretario general del PCA, opta por trazar gruesas líneas rojas por escrito.Yo no quiero influir. Quiero cambiar Andalucía”, subraya. Si el discurso de Mariscal a lo largo de la legislatura ha ido un paso más allá en la exigencia de compromisos previos al pacto, el de Juan Manuel Sánchez Gordillo se sale de la tabla. No hay pacto posible para el parlamentario de IU, líder del nacionalista CUT-Bai y alcalde de Marinaleda (Sevilla).

“No nos engañemos. Con ocho o diez diputados, como mucho, no cambiaremos al Gobierno más neoliberal que ha habido en España. Y ser sus cómplices sería la muerte de IU. Quien pacta con el diablo acaba en el infierno”, dice Gordillo, cuya relación con Valderas salió deteriorada del enfrentamiento librado por ambos por ser cabeza de lista en Sevilla en las autonómicas de 2008. Aquella batalla la ganó Gordillo, un dirigente que ni oculta su condición de verso suelto ni tiene reparos en ignorar los intereses estratégicos de la coalición si no los comparte.

Es lógico que a algunos en IU se les escape una risa nerviosa al plantear qué pasaría si el pacto en 2012 pendiera de un solo diputado.



(Fuente:http://www.publico.es/espana/359965/iu-avista-el-poder-en-andalucia)