Biografía
Nació en el seno de una familia noble, aunque de poca fortuna. Tras graduarse en la Universidad de Oviedo en 1807, se trasladó a Madrid, donde se alistó en la Guardia de Corps. Con la invasión francesa de España, en abril de 1808, el general Murat le envió prisionero a El Escorial, de donde logró escapar. Se fugó hacia Asturias, donde su padre había sido nombrado miembro de la Junta Suprema de Asturias.
Iniciada la Guerra de la Independencia, el 8 de agosto de 1808 fue nombrado capitán en la división del general Acevedo y al poco tiempo fue nombrado su ayudante. El 10 de noviembre de 1808 tomó parte en la batalla de Espinosa de los Monteros (Burgos), en la que las tropas españolas sufrieron una importante derrota.
Intentando proteger y salvar la vida del general Acevedo, fue hecho prisionero el 13 de noviembre de 1808 y después deportado a Francia, donde conoció las teorías liberales más radicales. Posteriormente fue liberado y entró en contacto con la masonería en Francia. Viajó también por Inglaterra y Alemania, y en 1814 retornó a España, reincorporándose al ejército con el rango de teniente coronel. Juró la Constitución de 1812 ante el general Lacy antes de que fuera derogada por Fernando VII.
Durante los seis años de gobierno absolutista de Fernando VII, se unió a la masonería. Posteriormente conspiró junto a otros liberales para reinstaurar la Constitución de 1812.
En 1819 se reunió en Andalucía un ejército destinado a sofocar la sublevación de las colonias en América de las provincias de Ultramar. Riego estaba al mando del batallón asturiano. Varios oficiales habían decidido aprovechar aquella ocasión para proclamar la Constitución de 1812. Riego, uno de los comprometidos con el movimiento, se alzó en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) el 1 de enero de 1820. Allí arengó a los suyos diciendo: «Es de precisión para que España se salve que el rey Nuestro Señor jure la Ley constitucional de 1812, afirmación legítima y civil de los derechos y deberes de los españoles. ¡Viva la Constitución!». Poco después se trasladaron a Arcos de la Frontera, donde fue detenido el general en jefe del ejército expedicionario, conde de Calderón. A continuación, las tropas de Riego marcharon por diferentes ciudades andaluzas con la esperanza de comenzar un levantamiento anti-absolutista, ante la indiferencia popular. Si bien el pronunciamiento no fue sofocado, tampoco encontró el apoyo que esperaba, de forma que el 11 de marzo lo que quedaba de la columna decidió dispersarse, buscando refugio en las montañas de Extremadura.
Cuando el periplo revolucionario estaba desintegrándose en Andalucía, se produjeron levantamientos en Galicia: la Constitución se proclamó en La Coruña y después en Ferrol y Vigo. Los levantamientos se fueron extendiendo por el resto de España. El 7 de marzo de 1820, el Palacio Real de Madrid fue rodeado por una gran multitud. A pesar de que, según parece, el rey hubiera podido contar con la adhesión de tropas suficientes para hacer frente a los sublevados, el general Ballesteros, al mando del Ejército del Centro, consultado, declaró que no podía responder de la tropa. Entrada ya la noche, el rey se decidió a firmar un decreto, en que declaraba que, de acuerdo con «la voluntad general del pueblo», se había decidido a jurar la Constitución. El día 10, el rey publica el Manifiesto del rey a la Nación española en el que muestra su apoyo a dicha constitución: «Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional». Comienza así el Trienio liberal.
El nuevo gobierno liberal nombró a Riego mariscal de campo y poco después Capitán General de Galicia. No llegó a ocupar este puesto, sino que fue destituido con motivo de su visita a Madrid (agosto–septiembre de 1820), acusado falsamente de republicanismo. Sin embargo, los vaivenes políticos le llevaron a ser nombrado, en noviembre de 1820, Capitán General de Aragón, por lo que se trasladó a Zaragoza. El 18 de junio del mismo año se casó con su sobrina, María Teresa del Riego y Bustillos.
El 4 de septiembre de 1821, tras el complot republicano de Cugnet de Montarlet, fue destituido de la capitanía general y destinado a Lérida y después a Castelló de Farfaña. A pesar de ello, su popularidad era enorme y su retrato era paseado por las calles madrileñas. En marzo de 1822 fue elegido diputado por Asturias, siendo designado Presidente de las Cortes Generales, bajo un gobierno dominado por los liberales exaltados, que condujeron a los moderados, dirigidos por Francisco Martínez de la Rosa a la oposición. Aunque era muy respetado, los que apoyaban al Antiguo Régimen le acusaban de haberse endiosado y de haberse enriquecido de forma oscura. En 1822 empezaron las primeras revueltas en contra de la nueva forma estatal. La primera fue en Madrid cuando un batallón de la milicia nacional cargó contra unos seguidores de Riego que aclamaban a éste. Fue llamada la «Batalla de las Platerías». La segunda revuelta fue en el norte, donde aparecieron violentas partidas realistas en Navarra y Cataluña. En esta última el barón de Eroles, el marqués de Mataflorida y el arzobispo de Creus se adueñaron de la Seu d'Urgell y proclamaron allí una regencia absolutista en contra de los liberales.
Sin embargo, Fernando VII reclamó secretamente ayuda extranjera para eliminar las trabas al restablecimiento del absolutismo. En diciembre de 1822, en el Congreso de Verona, la Santa Alianza decidó que una España liberal era un peligro para equilibrio europeo y se encargó a Francia la tarea de restablecer la monarquía absoluta en España. El 7 de abril de 1823, un ejército francés, conocido como los Cien Mil Hijos de San Luis, al mando del Duque de Angulema cruzó la frontera por el Bidasoa.
Riego marchó a Cádiz, donde se sumó a la mayoría liberal de las Cortes Generales para organizar la resistencia y votar la incapacidad del monarca. Los liberales se sentían perseguidos y traicionados por el absolutismo intransigente del monarca. Riego intentó reorganizar la resistencia en Andalucía, en calidad de General en Jefe del III Cuerpo de Ejército, e hizo frente a los franceses. El 14 de septiembre, durante la llamada "Batalla de Jódar" (Jaén) fue derrotado. Malherido, trató de huir. El 15 de septiembre fue traicionado, abandonado por sus tropas, y tomado prisionero en Arquillos (Jaén). Se le trasladó a Madrid. Allí pidió perdón y clemencia al rey y a todos aquellos a los que hubiera ofendido por sus posibles crímenes liberales, en una carta publicada por la Gaceta de Madrid. Pero todo fue en vano y fue declarado culpable de alta traición, por haber sido uno de los diputados que había votado por la incapacitación del rey. El 7 de noviembre de 1823 Rafael de Riego, hundido moral y físicamente fue arrastrado en un serón hacia el patíbulo situado en la Plaza de la Cebada en Madrid y ejecutado por ahorcamiento y posteriormente decapitado,2 entre los insultos de la misma población madrileña que poco antes le había aclamado.
Su figura es el máximo exponente de los defensores de las libertades civiles en España convirtiéndose en el mártir por excelencia de la represión política contra el liberalismo.
Actualmente su retrato es uno de los que se pueden ver en las Cortes Generales, junto con otros cuadros como la jura de la Constitución de 1812.
Este año, los vecinos y vecinas de las Cabezas de San Juan nos hemos encontrado con la sorpresa de que, a último momento, se ha suspendido la conmemoración que cada año se viene realizando en Las Cabezas de San Juan, desde que IU realizara la Primera Recreación Histórica en nuestro municipio. Los motivos de semejante aplazamiento hasta el día 2 de abril, son cuanto menos oscuros. Aunque dada la Reforma de la Ley Electoral que contempla que "No puede difundirse ni realizarse acto alguno de campaña electoral... entre el período comprendido entre la convocatoria de las elecciones y el comienzo de la campaña electoral", esto es, entre el 29/03/2011 y el 06/05/2011, no es de extrañar que este aplazamiento tenga que ver coneste cambio en la legislación electoral.
Ya en su momento el tuvimos que soportar graves desajustes históricos, que aún no han sido solucionados como corresponde, como la supuesta frase del General Riego, que acompaña su monumento en La Plaza de los Mártires. La firma errónea se quitó, pero jamás se citó la fuente real de dicha inscripción: la cita pertenece al escritor Rodolfo Walsh (nacido un 9 de enero de 1927, desaparecido el 25 de marzo de 1977).
A estos hechos se suma el que nuestro pueblo sea objeto de duras críticas en el Dirario de Sevilla, por su falta de rigor a la hora de convocar a prensa.
Citamos el artículo completo:
La segunda muerte de Riego
Décadas de abandono provocan que se pierdan documentos de gran importancia sobre el levantamiento del militar liberal, un hecho decisivo en el inicio del Trienio Liberal y en la independencia del imperio americano
La Consejería de Cultura convocó ayer a la prensa para presentar "la restauración de las actas capitulares de Las Cabezas de San Juan sobre el levantamiento militar de Riego". Nada más lejos de la realidad. Es cierto que los técnicos del IAPH han restaurado durante cinco años de duro y complicado trabajo el volumen que recogen las actas de este consistorio durante 1818 y 1828, pero también es cierto que, debido a un severo deterioro, las partes que hacían referencia a los sucesos que supusieron el detonante del Trienio Liberal no se han podido rescatar, porque, sencillamente, ya habían desaparecido, según la historiadora del IAPH María Campoy. Lo que había sido una joya documental para la historia de España y América se ha quedado en un conjunto de legajos con un interés para la historia local. De Riego apenas se conserva una anotación (antes del levantamiento) sobre un problema de avituallamiento de las tropas de las que era oficial.
Lo más extraño de todo fue el aire de celebración que se vivió ayer en la sede del IAPH, especialmente por parte del alcalde de Las Cabezas, Francisco Toajas. "Es un libro, pero mucho más que un libro, porque no recoge cualquier momento de la historia, sino un hito de la altura de la Revolución Francesa". En todo momento usó el presente, como si no fuera consciente de lo que había pasado. Entre el numeroso público de la localidad que acudió a la presentación de la restauración del volumen alguien tuvo todavía ánimos de cerrar el acto con un "¡Viva Andalucía y Viva Las Cabezas!".
Después de décadas de desidia y abandono, el libro llegó al IAPH en un estado lamentable, "en la UVI", como se encargó de remarcar el director del Instituto, Román Fernández-Baca. Los agentes externos de degradación (humedad, temperatura inadecuada, luz, insectos, bacterias, etcétera), habían provocado un deterioro extremo. Conscientes del valor de los documentos que hacían referencia al levantamiento de Riego, los técnicos intentaron recuperarlos con técnicas de rayos, pero ya fue imposible. Este deterioro era conocido, al menos desde la década de los 80, pero hasta hace cinco años no comenzó la intervención. La responsabilidad de que el deterioro haya sido irreversible es, según la Ley de Archivos, de su propietario: el Ayuntamiento de Las Cabezas. Para el delegado provincial de Cultura, Bernardo Bueno, los "ayuntamientos democráticos" (30 años después) han hecho un "gran esfuerzo" para mejorar las condiciones de sus archivos.
El levantamiento del entonces segundo comandante Rafael del Riego (1785-1823), uno de los héroes de la mitología liberal española, se produjo el 1 de enero de 1820 en Las Cabezas de San Juan, ciudad en la que se encontraba junto a su Batallón de Asturias esperando la orden de embarque para participar en el complejo conflicto que desembocó en la independencia de las colonias americanas, una operación que se había demorado debido a una epidemia de fiebre amarilla que obligó a dispersar a las tropas por diferentes ciudades andaluzas.
Aunque en un principio el levantamiento no tuvo el éxito esperado, lo que obligó a Riego a vagar como un fantasma con sus tropas por numerosas ciudades de Andalucía occidental, finalmente fue el detonante para una serie de sublevaciones en el territorio nacional que desembocaron en el llamado Trienio Liberal y en la reinstauración de la Constitución de Cádiz, un proceso que finalizó con la invasión de España por los Cien Mil hijos de San Luis, mandados por el duque de Angulema, la vuelta del absolutismo monárquico encarnado por Fernando VII y la muerte en el cadalso, entre los insultos del público, de este militar de origen noble que dio nombre al himno oficial de España durante la II República.
Casi dos siglos después, el que llegó a ser el general Riego sufre una segunda muerte con la desaparición de unos archivos que empobrece el patrimonio documental español.