Según informó IU en una nota de prensa, el coordinador federal de la coalición, Cayo Lara, viajará hoy a Lorca, tras volar a primera hora de esta mañana a Madrid desde Palma de Mallorca (donde anoche protagonizó el acto público electoral).
En Lorca, Lara estará acompañado por el coordinador general de IU-Región de Murcia, José Antonio Pujante, expresará sus condolencias a los vecinos afectados y tratará de conocer el alcance de los daños materiales causados por el terremoto.
MURCIA.– Todavía resuenan en las cabezas lorquinas los estruendos del doble terremoto del miércoles por la tarde y ya hay lugar para la polémica. A pesar de esta, por delante queda la reacción general de los habitantes de Lorca, cuya entereza, serenidad y solidaridad tras la catástrofe fueron reseñables. “No tienen nada que envidiar a los japoneses”, dijo el director regional de Seguridad Ciudadana y Emergencias, Luis Gestoso, refiriéndose al tan elogiado civismo observado en el país del sol naciente tras la gran doble tragedia de seísmo seguido por maremoto.
La que quedará en el imaginario general como la catástrofe de Fukushima,–tan cercana en el tiempo, tan distante en el globo– marcó desde el primer terremoto poco después de las cinco de la tarde los sentimientos en la llamada Ciudad del Sol, setenta kilómetros al suroeste de Murcia. Y no porque fuera una sorpresa desconocida: en Lorca, como en casi todo el sureste español, hay costumbre de notar pequeños movimientos sísmicos y registrar daños materiales y personales, aunque no de la enormidad de los del miércoles: en 2006 una sacudida de 4,8 grados Richter causó solo daños materiales, aunque cuantiosos, en otras localidades cercanas.
Tras el segundo seísmo de ayer, dos horas más tarde y de 5,1 grados, una de las imágenes orales que quedará como recuerdo será la muerte de dos mujeres embarazadas y la de un adolescente de 14 años ante sus propios padres, al margen del frío recuento oficial de víctimas que puede subir de los ocho fallecidos y 167 heridos del jueves a primera hora de la mañana.
Otra, será la de ese edificio de tres plantas planchado literalmente, pues enlaza con las peores imágenes de otros lejanos seísmos y con la polémica de que hablaba antes, originada de alguna manera por un comunicado del presidente del Colegio de Geólogos, Luis Suárez, que cree que los daños en edificios nuevos pueden deberse a daños previos en los mismos, pues los 5,2 grados Richter del segundo terremoto no deberían haber hundido edificios.
La pregunta es si ese edificio de tres plantas y diez años de antigüedad que vemos colapsado en las fotos estaba dañado por anteriores movimientos de la tierra o cumplía las normas de seguridad vigentes en la construcción desde hace tres décadas. Porque otros expertos señalan que en Lorca no ha habido peores resultados porque esa legislación se cumple. Y por eso los mayores derrumbes han sido los de edificios históricos.
Habrá controversia sobre eso probablemente. Como la habrá, aunque quizá ficticia para algunos, en torno al segundo aspecto de la tragedia japonesa también presente en Lorca: la proximidad relativa de instalaciones nucleares. Cofrentes (Valencia), cuya vida útil fue prorrogada por el Gobierno hace poco más de dos meses, está a 250 kilómetros de Lorca, aunque fuera de la zona de mayor peligrosidad de acuerdo con el Mapa de Peligrosidad Sísmica del Instituto Geográfico Nacional. Pero está próxima a ella y dentro del tercer nivel de riesgo. Razón suficiente para la alarma o no, según se interprete, pues la probabilidad de movimientos sísmicos no es alta en esa zona valenciana y la posibilidad es del nivel que tiene buena parte de España. De todas formas, a la vista de los registros cronológicos de pequeños movimientos en Valencia, la situación de la central de Cofrentes puede ser motivo de preocupación y polémica.